Recuerdo entre añoranzas el miedo que me daba éste crucificado en mi infancia. Con el tiempo, me ha ido ganando el corazón, hasta llegar a ser una de las tallas que más respeto y devoción me levanta en la actualidad. Siempre fue conocido en mi familia como "El Cristo de San Sebastián", nada sabiamos de su advocación y procedencia.
Un día, en el doblado de mi abuela, encontré un artículo sobre el peculiar y casi secreto origen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Años más tarde, Don Benito Cofrade me rememoró el citado artículo de la revista del Centenario de la Parroquia de San Sebastián. Dada la cercanía de las fiestas del barrio, quiero aprovechar para recordar su origen y animaros a descubrir esta magnífica talla de Nuestro Señor Jesucristo.
Un día, en el doblado de mi abuela, encontré un artículo sobre el peculiar y casi secreto origen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Años más tarde, Don Benito Cofrade me rememoró el citado artículo de la revista del Centenario de la Parroquia de San Sebastián. Dada la cercanía de las fiestas del barrio, quiero aprovechar para recordar su origen y animaros a descubrir esta magnífica talla de Nuestro Señor Jesucristo.
Se encuentra presidiendo el Altar. Data de 1943 y fue bendecida solemnemente por el entonces Párroco Don Agustín Rufo Mandado. Es la Imagen más preciada y de mayor valor artístico existente en esta parroquia. Es un talla de tamaño natural, de corte clásico, que expresa, con sensibilidad singular, la última agonía del Señor. Su mirada al cielo hace intuir al devoto contemplativo la bondad y la misericordia del Crucificado.
Fue una donación, a la parroquia, de Don José Gómez y Sánchez-Porro, artesano carpintero de esta ciudad, en memoria y como agradecimiento a Dios por mantener en vida a su hijo Pedro Gómez Morcillo después de una larga y sufrida enfermedad. Fue realizada, en el taller de muebles del propio donante, por él mismo y por el operario tallista Don Félix Durán. La modelación fue llevada a cabo en la habitación-dormitorio donde Pedro yacía recuperándose de su mal, sirviendo de modelo su cuerpo paciente.
Se emplearon trece tablones de madera de Flandes en la realización de la Imagen. El trabajo más encarecido consistió en la colocación de ojos y lengua, que fueron introducidos por la parte posterior de la cabeza. La cadera está cubierta con una arpillera especial, sujeta al cuerpo por una soga de esparto. Todo está pintado al óleo, en diversos matices o tonalidades, según las partes. El Cristo fue trasladado desde el taller, en la calle Virgen, hasta la parroquia a hombros de seis operarios.
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