Siempre digo que el buen cofrade debe serlo durante todo el año, y
no simplemente los siete días que dura la Semana Santa o, incluso, el
día que sale su Hermandad. Hay que saber disfrutar de la espera. Por fin
llegó a nosotros la cuaresma, un intenso período que viene a rematar el
largo intervalo de tiempo que va desde el Domingo de Resurrección hasta
el próximo Domingo de Ramos. Esos días finales en los que el alma del
cofrade va avivándose tras la larga espera. Días en los que se suceden
vía-crucis, triduos, conciertos, exaltaciones, ensayos… en definitiva,
los preparativos espirituales y materiales para la Semana Grande.
La más bonita de las esperas, reza el título del artículo. Casi un año
sumergiéndonos en los recuerdos de nuestra memoria, viviéndolos una y
otra vez día tras día, disfrutándolos y compartiéndolos con cofrades
como nosotros, buscando por las esquinas de nuestra ciudad la señal que
nos diga que ya estás aquí, que ya vienes, que la espera llega a su fin…
Solamente hay una cosa más bonita que la más bonita de las esperas, y
es esa hermosa flor primaveral que nace un domingo y muere al domingo
siguiente, esa que huele a azahar. La que los cofrades regamos con
nuestra ilusión durante la más bonita de las esperas, para disfrutar de
ella intensamente durante sólo siete jornadas, la que no podemos dejar
de mirar, sentir, oler, escuchar y acariciar, sonreírle y llorarle a la
vez durante una semana, disfrutar, aplaudir y callar durante siete días y
siete noches… Los siete días y siete noches más bonitos e intensos del
año.
Cuántos momentos por vivir al máximo, cuántos
momentos para permanecer callados ante el paso de una cofradía de
silencio, cuántos momentos para mirarte a la cara y contarte todo eso
que durante el año ya te he contado, pero quiero contarte una vez más,
cuántos momentos para maravillarse con la perfección del vaivén de un
paso de palio, cuántos momentos para emocionarse con el primer golpe de
tambor al levantarse un paso, cuántos momentos para sonreír cuando
aparece un paso desde una esquina, cuántos momentos para ver las calles
inundadas de aplausos por el rezo con los pies del costalero, cuántos
momentos de fugaces reencuentros con nuestras imágenes y con viejos
amigos que nos trasladan a tantos otros recuerdos, cuántos momentos para
retener en nuestra memoria cada instante que vivimos en esos siete
días, que nos servirán para que nuestro espíritu cofrade sobreviva un
año más y pueda regar esa pequeña flor llamada Semana Santa.
Por ello, mi deseo es que viváis al máximo vuestra Semana Santa,
pararos a pensar en que, durante el resto del año, tendréis que
alimentar vuestra alma cofrade con estos recuerdos, así que cuanto más
rico sean, más amena será la espera. Y recordad que habrá un lugar en el
que todos podremos reunirnos una vez se recoja la última Hermandad.
Recordad que, cuando se cierren las puertas de la última de las Iglesias
que acojan a una Hermandad, se abrirán las puertas de nuestra coqueta
casa virtual, y empezaremos nuestra propia recogía, esa que culmina con
el nacimiento de la más bella de las flores, esa que florece cada
Domingo de Ramos.
En mi primera entrada de esta Cuaresma he querido copiar y pegar este precioso artículo que podemos encontrar en el número 3 de la Revista La Recogía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario