miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un modelo formativo II

   El núcleo o primera capa formativa dentro de una hermandad estaría formado por cofrades adultos en la fe y que están comprometidos con su cofradía todo el año. Este tipo de cofrades sería el que asumiría el liderazgo en la formación dentro de su cofradía. Para esto sería necesario una formación específica por medio de escuelas de formadores a nivel ya sea arciprestal ya sea diocesano, con la cual conseguiríamos cofrades comprometidos y debidamente formados que en sintonía con el Director Espiritual pudieran implantar la acción misionera en cada cofradía o localidad, aliviando así en las funciones a los agentes de pastoral, ya que “la nueva evangelización se hará, sobre todo, por los laicos, o no se hará”. Dentro de este grupo de personas de cada cofradía podría tomar especial relevancia la figura del Vocal de Formación que acertadamente ha sido introducido dentro de la estructura de las futuras juntas de gobierno de las hermandades de algunas diócesis, además sería deseable la presencia de otros miembros de la Junta de Gobierno que optaran libremente por esta realidad.

   La formación de formadores debería abarcar, además de los temas eminentemente catequéticos y formativos que aparecieran en el directorio de formación básica cofrade, otros temas necesarios para su labor misionera (temas de animación, dinámicas de grupo, etc.). Además, hasta tener este grupo perfectamente conformado no tiene sentido atacar coherentemente la segunda capa o estrato formativo, ya que “la evangelización sin evangelizadores no tiene sentido” y también “sin laicos convertidos a Cristo, convencidos de su identidad y vocación y bien formados para la misión, es imposible ningún proyecto pastoral que haga avanzar a la Iglesia y a la evangelización”.

   Sería además vital facilitar caminos para la realización de estudios universitarios dentro del ámbito de la Teología o las Ciencias Religiosas en la diócesis para las personas de este grupo de formadores que así lo desearan, aquí debe haber un apoyo decidido tanto de las instituciones diocesanas como de las hermandades y consejos locales, ofreciendo vías de financiación para este tipo de estudios que son una decidida apuesta de futuro para la evangelización en la diócesis.

Francisco Espinosa de los Monteros

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