En una segunda capa estarían la mayoría de los miembros de junta de gobierno, juntas auxiliares, cofrades con cierto grado de compromiso, adultos con inquietudes, etc.; algunos de ellos también están comprometidos con su cofradía todo el año, pero no experimentan una especial vivencia de la fe ya sea porque no han recibido la formación adecuada, por alejamiento de las estructuras eclesiales, etc. A este grupo de personas no es válido aplicarles directamente el plan de pastoral diocesano, y no es por querer vivir apartados del resto de las comunidades parroquiales, sino por una serie de razones bastante esclarecedoras. Así, si analizamos con frialdad el nivel formativo de los cofrades de este grupo (que son mayoría con respecto a los del primer grupo) habría que tomarlos más como "alejados" de la fe, que como personas "adultas" en la fe y en los que, por tanto, se necesita una acción misionera más que catequética y pastoral para “suscitar una fe y conversión iniciales. Además, en las cofradías se dan vivencias de comunidad, aspectos fraternales, diferentes grupos de edad, etc.; en resumen, una serie de factores que hacen necesaria una atención pastoral dedicada.
Este segundo grupo sería formado sobre la base de ese plan de formación básica pero de un modo más interactivo y adaptado a cada realidad. Por eso es importante no establecer plazos, dejando cada hermandad o consejo local a su ritmo, lo importante es terminar bloques formativos dejándolos cerrados y que deberían ser realizados en breve espacio de tiempo para no perder el hilo transmisor; alternando todo esto con otros temas más atrayentes en los cuales siempre se les puede dar tintes formativos a través de temas afines. Es importante a la hora de planificar la formación tener en cuenta los tiempos litúrgicos, los cuales hacen más atrayentes determinados temas dependiendo de la fecha en la que estemos. Toda esta formación puede y debe tender a los planes de pastoral diocesanos, los cuales están siempre disponibles en la parroquia o arciprestazgo como ampliación para los interesados en avanzar en el desarrollo de su fe.
Este segundo grupo sería formado sobre la base de ese plan de formación básica pero de un modo más interactivo y adaptado a cada realidad. Por eso es importante no establecer plazos, dejando cada hermandad o consejo local a su ritmo, lo importante es terminar bloques formativos dejándolos cerrados y que deberían ser realizados en breve espacio de tiempo para no perder el hilo transmisor; alternando todo esto con otros temas más atrayentes en los cuales siempre se les puede dar tintes formativos a través de temas afines. Es importante a la hora de planificar la formación tener en cuenta los tiempos litúrgicos, los cuales hacen más atrayentes determinados temas dependiendo de la fecha en la que estemos. Toda esta formación puede y debe tender a los planes de pastoral diocesanos, los cuales están siempre disponibles en la parroquia o arciprestazgo como ampliación para los interesados en avanzar en el desarrollo de su fe.
Francisco Espinosa de los Monteros