jueves, 27 de septiembre de 2012

El río Ortigas


   El río Ortigas guarda una estrecha relación con la historia de la Virgen de las Cruces, aunque la mayoría de las veces de una forma negativa; siempre era motivo de respeto, de preocupación y de aventura.

   El río Ortigas, pequeño es para que merezca el título de río; al cruzarlo, en el camino de las Cruces, se hacía por un vado que en invierno y primavera remansaba aguas cenagosas y los carros de los labradores cada día lo hacías más difícil de pasar, por el barro que amasaban con sus ruedas.

   Como es precisamente en esos meses cuando, o por las sequiías prolongadas o por las lluvias excesivas, el pueblo se ve obligado a recurrir a su Virgen pidiendo lluvias o serenidad; y se encuentra con el peligro del río al transportar a su Virgen.

   Unas veces pasaron la Imagen a hombros de los mozos y hombres jóvenes, que se ven en dificultad para hacerlo. Los niños y las mujeres solían quedarse en la orilla.

   Otras veces venía el río tan crecido que pasaban la Virgen en carreta de mulas y no sin dificultades. Hasta en una ocasión la calesa de Dña. Consuelo Torre-Isunza, que la ofrecía gustosa siempre, se quedó estancada en el vado, y el tiro de mulas no fue suficiente para sacarla. Desde entonces se respetaba mucho el riachuelo con aquella frase: "El río Ortigas no da paso". Siempre se contaba con el pequeño río antes de mover a la Virgen.

   A finales del siglo XIX se levantó por fin un puente sobre el célebre riachuelo y desde entonces el Ortigas perdió su funesto protagonismo. Don Benito salió ganando mucho, principalmente sus niños y mujeres, ya podían ir a ver a su Virgen en las Cruces sin peligro por el camino.

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